El Burnley se ha venido caracterizando por ser un equipo sólido, férreo, con una excelente línea defensiva y muy difícil de roer. Este inicio de temporada, la realidad ha sido todo lo contrario. Los ‘Clarets’ acumulan solamente dos empates en liga, siguen sin conocer la victoria y la campaña pinta mucho más complicada que otros años.
Este equipo ha sufrido ciertos acontecimientos complejos que han agravado y probablemente expliquen este inicio tan escabroso y negativo. Los ‘Clarets’ tienen problemas abajo en la cancha y arriba en las oficinas, todo ello viéndose fielmente reflejado en la tabla de posiciones. En ese sentido, los puntos más importantes de la actualidad del Burnley son identificados de forma clara y pueden responder la siguiente pregunta: ¿Este inicio puede llegar a ser una crisis en el Burnley?
Incertidumbre en las oficinas
No es ningún secreto que un buen o mal propietario puede cambiar la tendencia de un equipo. Ya sea para bien o para mal, el propietario de un club viene siendo la persona que busca invertir en el equipo, trascender y ser ambicioso. Mike Garlick, actual dueño del Burnley, ha estado en el ojo del huracán por unos meses. Los ‘Clarets’ son de los equipos que menos gasta en fichajes, de forma que Garlick no invierte demasiado en el club. Los fichajes más caros en la historia del club siguen siendo Chris Wood y Ben Gibson por 15 millones de libras. Basados en el valor de compra de los jugadores, tienen la plantilla más barata de la liga con un costo de 81 millones de libras.
Garlick no es un mal dueño ni mucho menos, pero es evidente que su falta de interés en mejorar la plantilla del equipo ha sido un factor determinante para el flojo inicio del equipo de Sean Dyche. En consecuencia, la plantilla se hace cada vez más corta y competir en Premier League es mucho más complicado. Además, rumores sobre una posible venta del Burnley alimentan la teoría que la incertidumbre en las oficinas se traslada a la cancha y estas situaciones no ayudan a nadie.

Por otra, la incertidumbre se ha extendido hacia dos pilares del club: Sean Dyche y James Tarkowski. El estratega inglés, que hace unos días cumplió ocho años al cargo del club, amagó con dejar el Burnley varias veces en los últimos meses. La razón principal fue la ya mencionada poca inversión de Garlick, argumentando que necesita una buena plantilla para cumplir los objetivos deportivos. Sobre Tarkowski, llegó a sonar fuertemente el interés del West Ham y del Leicester City. Todo esto se incrementó tras la ausencia de Tarkowski los primeros partidos de liga, alegando ciertas molestias pero se rumora que su venta se contempló seriamente e inevitablemente esos temas mueven el tapete de cualquier equipo.
Lesiones y bajas clave
El Burnley tiene una de las plantillas más cortas de la liga, de forma que las lesiones son el peor enemigo de Sean Dyche. Para este inicio de temporada, tanto Ben Mee como James Tarkowski sufrieron con las lesiones y los dejó apartados de las canchas. La línea defensiva es el punto más fuerte del Burnley, con Ben y James como los pilares de la zaga. Sin la presencia de ambos en la cancha, la fragilidad defensiva de los ‘Clarets’ salió a relucir y el regreso de los dos centrales es clave para evitar más derrotas. En el más reciente partido ante el Brighton, salieron como titulares Mee y Tarkowski; haciendo que el equipo se comportara mucho mejor en defensa. Sin embargo, Mee terminó con molestias y se espera no sea nada grave.
En el mediocampo, Ashley Westwood y Jack Cork eran la pareja ideal. Ambos conformaban un excelente tándem en el centro del campo, cortando ataques rivales y encajando en el perfil del juego directo del Burnley. Jack Cork lleva ya varios meses lastimado, de manera que Dyche ha tenido que ir buscando opciones para esa posición. Hasta ahora, la opción más atractiva parece ser Josh Brownhill. Dale Stephens, recién llegado del Brighton, también ha ocupado esa posición. El problema es que Brownhill llegó en teoría para jugar por derecha, posición que antes ocupaba Jeff Hendrick. En consecuencia, Brownhill se recorre al centro en ocasiones y la banda derecha abre otro hueco en la plantilla.

La opción natural es Johann Berg Gudmundsson, quien ofrece verticalidad y una mentalidad más ofensiva que Brownhill. Para cualquier equipo puede resultar atractivo, pero recordemos que Dyche gusta de mediocampistas con recorrido y sacrificio defensivo. En ese sentido, y sumado a lesiones y molestias de Gudmundsson, esa banda derecha ha representado muchos problemas para Dyche. También ha ocupado esa posición el polifuncional Erik Pieters y hasta Robbie Brady, que suele jugar por izquierda.
Un conformismo peligroso
La poca ambición de Mike Garlick ha derivado en un cierto y particular ambiente o estilo de conformismo en el club. Apartando la temporada en la que finalizan en la 7ma posición, realmente el Burnley se mueve por la tranquilidad o mediocridad de la media tabla o hasta más abajo. Este conformismo puede ser muy peligroso, ya que el Burnley viene sobreviviendo y compitiendo en Premier League de muy buena forma pero este año pueden pegarse un batacazo que significaría un golpe tremendo y de mucho, mucho riesgo.
Haciendo memoria, el parón de tres meses en la temporada pasada significó que el contrato de ciertos jugadores finalizaba en junio y los clubes podían optar por buscar una extensión de contrato larga o por unos meses, o simplemente dejar correr sus contratos y no gastar dinero en una renovación para mantenerlos en la plantilla. Jeff Hendrick, Joe Hart y Aaron Lennon salieron del club a coste cero y no jugaron la última parte de la temporada pasada. Esta decisión fue tomada debido a que Garlick se dio cuenta que el Burnley se salvaría sin problemas, de manera que no vio necesidad de invertir en renovaciones de jugadores cuando el objetivo estaba a su alcance.

Plantilla muy corta
El Burnley es un buen equipo, con una muy buena base de jugadores establecidos y hechos a la medida para jugar en el cuadro de Sean Dyche. Dicha base es muy específica, de manera que si una de las piezas del rompecabezas se rompe, se nota en todo el equipo y en el accionar del mismo en la cancha. Analizando la plantilla completa, el Burnley tiene pocas variantes al momento de sufrir lesiones, suspensiones o bajón de juego. La plantilla es tan corta que Dyche ha tenido que convocar a múltiples juveniles para llenar el banquillo. En el partido de la temporada pasada contra el Manchester City, justo regresando del parón por la pandemia, el Burnley no pudo completar un banquillo de nueve suplentes, donde tenía dos porteros.
Para la portería, Nick Pope es omnipresente y realmente no necesita recambio a menos que experimente una lesión. En defensa, la línea idónea es Lowton, Tarkowski, Mee y Taylor. Para la central, Kevin Long te puede apañar la zaga por un rato pero no es garantía, así como el juvenil Jimmy Dunne que no lo hizo mal pero no es de fiar. Por las laterales, las opciones de Phil Bardsley y Erik Pieters pueden hacer la tarea. En medio campo, Westwood y Brownhill son la dupla predilecta hoy en día. Como variantes, Jack Cork sigue lesionado y Dale Stephens sería la otra opción.
Por las bandas, McNeil y Gudmundsson vienen siendo las opciones principales. Robbie Brady y el mismo Erik Pieters o Josh Brownhill también pudieran ocupar esas posiciones. En ataque, la dupla de Wood y Barnes es muy característica en el Burnley. En la banca, Jay Rodríguez es el principal recambio y Matej Vydra entra ocasionalmente. Realmente el Burnley no ha reforzado las posiciones que le hacían falta, de forma que tiene varios huecos en su plantilla.

Bajo nivel de juego general
Los jugadores no son robots, son personas que necesitan descansar y recuperar fuerzas. Posiblemente, esto haya sido algo que ningún equipo haya podido tener. La corta pretemporada y lo apretado del calendario hacen pensar en un cansancio y fatiga general, con algunos equipos viéndose menos afectados que otros. Esto puede resultar en un bajo nivel de juego, como el que se está viendo en Burnley.
La creatividad y producción ofensiva es prácticamente nula, con solamente tres goles a favor en siete partidos (dos goles llegaron en el partido contra Leicester City); siendo el peor equipo de la liga en este rubro. Tras estos primeros siete partidos, sus cifras de ‘expected goals’ (goles esperados) por partido es de 0,77, muy por debajo del 1,29 de la campaña pasada. También son el peor equipo en precisión de tiro (38,8 %), tiros totales (64), tiros a puerta (19) y ocasiones creadas (43). Además, la temporada pasada promediaban 2,1 oportunidades claras por partido, mientras que esta temporada el número baja a 0,85. La pelota parada es una de las armas más peligrosas del Burnley, de forma que dos de los tres goles esta temporada han llegado por esa vía. Pero la temporada pasada promediaban 0,43 ‘expected goals’ a pelota parada, mientras que ese número ha bajado a 0,26 en este inicio.
Defensivamente, en teoría la zona más fuerte y segura, ha sufrido momentos de desconcentración muy puntuales con consecuencias negativas. Han recibido 12 goles en siete partidos. Sin embargo, es importante establecer el contexto actual. Quedan 31 jornadas por disputarse, habiendo 93 puntos en disputa. Si bien se habla de la cifra mágica de 40 puntos para garantizar la salvación, esa cantidad ha ido en descenso. Desde la temporada 10-11, ningún equipo ha necesitado de 40 puntos para evitar el descenso. Si bien podemos concluir que aún resta mucho por jugar, una victoria es urgente para cambiar la tendencia y dinámica del equipo.
Pero esta situación no es nueva para los ‘Clarets’. En la campaña 14-15, el Burnley no ganó en sus primeros diez partidos de liga. Acabaron descendiendo esa temporada, pero era la primera vez del club y la mayoría de los jugadores en Premier League. No cabe duda que tanto Sean Dyche como todo el Burnley han aprendido demasiado, de forma que se podría esperar una reacción fuerte del cuadro de Dyche.