El mundo del fútbol es impredecible. Un jugador puede pasar del infierno a la gloria en un partido, y un club puede pasar de la élite a divisiones menores en menos de un año. Este es el caso del Watford, un club en el que la peor noticia no ha sido perder la categoría, sino que sus propietarios, la familia Pozzo, sigan al frente de la directiva.
Todo comenzó en 2012. Laurence Bassini dejaba de ser propietario y presidente del Watford FC tras vender el club a la familia italiana Pozzo, una familia dedicada al mundo de los negocios, y que, con el paso de los años, ha demostrado que el ‘business’ y el sentimiento de pertenencia a un club no se llevan bien. No tienen complejo de aficionados, porque lo que realmente les importa es sacar tajada de cada movimiento que haga el club. A veces, los malos del cuento están más cerca de lo que imaginamos.
Ocho años después de aquel cambio de dueño, el Watford ha descendido a Championship después de trabajar con cuatro entrenadores diferentes y una paupérrima gestión arrastrada desde hace años. Un club humilde e histórico, fundado hace más de un siglo (1881) y con un reciente segundo puesto en la FA Cup (2019) en sus vitrinas.
Cabe destacar que la familia Pozzo es también propietaria del Udinese italiano (equipo de Serie A), por lo que las críticas no se centran en la inversión que se ha hecho en el club inglés (300 millones desde 2015), sino en ser estrictamente hombres de negocios, que solo piensan en el beneficio económico y no en ayudar a ambos clubes de forma más personal, como lo haría un presidente honesto y leal, que siente el club suyo y de su gente.
Por el club, la ciudad y su gente

Es cierto que no es el mejor equipo del mundo ni el más querido, pero los aficionados del club sienten que no se están haciendo bien las cosas, y eso no discierne de la realidad. En política, (sé que no se debe mezclar con el deporte), un presidente no puede gobernar en más de un país. Entonces, ¿por qué en un mundo tan moderno y contaminado por patrocinios millonarios y dinero negro como es el del fútbol sí se puede? La propia pregunta tiene la respuesta: prima más la inversión y llenarse los bolsillos que el bien del propio club. Así no se puede llegar a buen puerto.
Con esta pieza no quiero decir que esté mal invertir en el fútbol, claro que no. Solo digo, que si estuviera más controlada y protegida la forma en la que los magnates se meten en clubes sin tener idea de fútbol, nos iría mucho mejor. Porque, al final, el damnificado es el mismo y casi siempre termina de la misma manera: el millonario lavándose las manos y el club endeudado hasta el cuello. Hasta que se la historia se vuelve a repetir.
Un círculo vicioso de negocios y poco amor al fútbol que afecta directamente al corazón de los aficionados. Un disparo certero a la gente que disfruta este deporte. Un acto desleal a todo el trabajo realizado años atrás. El Fair Play financiero no es suficiente, se necesita concienciación y respeto a los colores de un club, a la ciudad y su gente. El Watford saldrá de esta, pero con la única ayuda de sus aficionados.