La selección inglesa ha avanzado a la siguiente fase de la EURO 2020, aunque dejando un rastro de dudas en su camino. Formando el grupo D estaba, junto a los de Southgate, la República Checa, Croacia y Escocia. Una serie de partidos en los que, a priori, partían como claros favoritos. Y han cumplido las expectativas, en la mera ciencia del resultadismo, quedando primeros de grupo, pero dejando una sensación agridulce en las gradas de Wembley. Como diría Miguel de Unamuno: «Vencen, pero no convencen».
Lo mejor de los ‘Three Lions’ lo pudimos ver en los primeros minutos contra Croacia, en la primera jornada. Como cuando descorchas un champagne, con un Phil Foden efervescente a lo Gazza en el 96, salieron en tromba ante la imposibilidad de respuesta croata. Sin embargo, con el paso de los minutos perdieron esa exaltación del pitido inicial del torneo, mostrando una versión gris de casi todas sus piezas. Inglaterra regresó a su nivel habitual y volvió a demostrar lo que le suele ocurrir en los grandes torneos cuando se depositan muchas esperanzas en ellos.
En la atmósfera de los ‘Three Lions’ también hay zonas de claros. En un torneo donde las presiones se están imponiendo y las defensas están dejando a deber en muchas ocasiones, han sido el único equipo, junto a Italia, que ha logrado mantener su portería a cero en los tres partidos. Un dato que hay que saber poner en contexto porque no se ha exhibido un gran nivel de la zaga ni de Jordan Pickford, pero habla bastante bien del colectivo inglés en fase defensiva.

Tampoco hay que olvidar que el grupo D ha sido el menos goleador de todos (10 goles en seis encuentros), con diferencia del segundo. Ni Croacia, ni la República Checa, ni mucho menos Escocia, han mostrado un dominio del área contraria superlativo. A excepción de los fogonazos de talento de Patrik Schik. Entre todo el caos que ha habido en la Eurocopa, este cuarto grupo ha dado descanso a la euforia y oxígeno a los comentaristas que tenían que narrarlo.
Al que sí hemos podido ver sobresaliente en sus actuaciones ha sido a Kalvin Phillips. El gran claro a nivel individual de los ingleses. A priori, partía con desventaja sobre Jordan Henderson como interior y Declan Rice como mediocentro. Pero se ha asentado y, sin duda, ha sido de lo mejor en esta selección. A simple vista parecía que, situándolo junto al jugador del West Ham, Southgate podía repetir cromos en la medular; pero nada más lejos de la realidad. Sin dejar de lado sus dotes de ‘quarterback’ para conectar con el alejado, ha sabido despegarse de la base de la jugada para ocupar más terreno de juego, dejando a Rice en una labor más posicional.
Incluso en una las veces que decidió acercarse al área, Inglaterra encontró su primer gol del torneo. Mostrando unas cualidades en la zona de tres cuartos que en el Leeds están obstruidas por el rol que le da Marcelo Bielsa.

Una fuente de la que beber en un equipo que solo ha anotado dos goles, con todo el potencial ofensivo que atesora. Y es que Southgate no está consiguiendo optimizar las piezas. Esa primera toma de contacto de Phil Foden, los minutos de Jack Grealish y Bukayo Saka contra la República Checa, el oportunismo de Sterling en área contraria, y poco más. Una muestra de rendimiento a cuentagotas para el nivel que se les presupone. No se están encontrando soluciones en ataque, a pesar de la versatilidad de perfiles y esquemas que tiene el técnico en la mano. Sumado a esto, Mason Mount y Ben Chilwell están en aislamiento por un contacto con Billy Gilmour, positivo por COVID. Estas cosas que tiene la nueva normalidad del fútbol.
En medio de esta variación de sistemas, hay un claro perdedor que no consigue encajar: Harry Kane. El hombre dentro de las islas que, por antonomasia, se impone al contexto. El líder en goles y asistencias de la pasada Premier League no ha conseguido generar aún ningún gol. Sin embargo, lo que es más preocupante, es que tan solo ha dado un pase clave en toda la Eurocopa y promedia 12 pases por partido. El colectivo no está encontrándole y él no está pudiendo imponerse a esto.
Un problema de encaje que se está evidenciando en su relevancia en el equipo. Siendo el capitán y líder del vestuario ha sido sustituido en todos los partidos de esta fase. Algo inaudito en un futbolista de su talla y relevancia. Por poner varios ejemplos: Cristiano Ronaldo y Mbappé han disputado todos los minutos, Antoine Griezmann y Lukaku han sido sustituidos en un encuentro, cuando su clasificación estaba asegurada, y Karim Benzema en dos, entendiendo que su caso es excepcional. Atacantes vitales dentro de las candidatas que llegan enchufados a las eliminatorias. Así que, para esta fase, Inglaterra debería invertir en potenciar a su mejor jugador para no ceder las blancas al rival. En el mata-mata es vital tener a piezas de valor gol siempre activadas.
Inglaterra llegó a esta Eurocopa con el cartel de candidata por sus piezas, pero con un mar de dudas en lo colectivo. Una serie de cuestiones que aún no han podido resolver. No existe una gran evolución con respecto a cómo llegó, ni ha podido afianzar certezas de cara a la fase final. Contando con un grueso del grupo jugando su primer gran torneo y al que le faltan por jugar sus mejores partidos. Es cierto que han aparecido nombres sobre los que se ha sostenido, pero nada que dé pie a la esperanza en esta selección más allá de las inspiraciones de genialidad. No se sabe si el problema es de Southgate, pero está claro que no está siendo la solución.
Se suele juzgar en base a las expectativas que se genera. Entre el último gran torneo de selecciones (Mundial de 2018) y esta Eurocopa, la Premier League ha sido la gran dominadora del fútbol en el viejo continente. Eso ha significado un escaparate, tal vez, algo exagerado para esta selección. Se ha cargado mucha presión sobre los hombros de una generación muy talentosa, pero aún muy joven. No obstante, ahora ha caído en el lado del cuadro que, a priori, se intuye de menor nivel. Pero primero espera Alemania en octavos, con ese gol fantasma de Lampard en 2010 en la memoria.
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