«Vecinos ruidosos» era un término que supo acuñar Sir Alex Ferguson para referirse al Manchester City en su momento. Pero mucho pasó desde entonces y la rivalidad entre los dos equipos de la ciudad comenzó a tomar otros tintes. Esta es una historia sobre cómo el status quo en Mánchester cambió significativamente, una historia sobre el renacimiento de una rivalidad; todo bajo el contexto de la definición más emocionante en la historia de la Premier League.
Para ello, vamos a situarnos temporal y geográficamente: domingo 13 de mayo de 2012, Etihad Stadium. El reloj marcaba el minuto 93:20, tercer minuto del añadido en el partido entre el City y el QPR. Es ahí cuando se inmortaliza el relato de Martin Tyler y su ya épico: «Agüeroooo» para señalar que el gol del ‘Kun’ no solo le brindaría el triunfo al City por 3-2, sino también su primer título de liga en 44 años. La gente explotaba en éxtasis al confirmarse el pitido final en el estadio. Ese final implicaría el nacimiento de una nueva época en el club, una época que comenzaría con su primera Premier League y, rápidamente, le ayudaría a ganar un lugar en la consideración de los equipos más importantes del país, de Europa y el mundo. Este artículo viene a recordar lo que sucedió ese día, a ocho años del evento que marcaría un antes y después en Manchester.
El camino a la definición
La recta final de este desenlace ya conocido comienza poco más de un mes antes, el 8 de abril de ese año. En la jornada 32 de aquella temporada, el City caería 1-0 ante el Arsenal en el Emirates con gol de Arteta y, con la victoria del Manchester United ante el QPR por 2-0, los ‘Cityzens’ quedaron 8 puntos por debajo de los ‘Red Devils’ en la clasificación.
El panorama no siempre fue desolador, ya que el equipo de Mancini, luego de completar una primera ronda excelsa con goleadas por doquier: 4 al Swansea, Aston Villa y Blackburn; 5 al Tottenham y al Norwich y de demoler 6-1 al United en Old Trafford (el día del festejo de «Why always me» de Ballotelli), se convertiría en serio aspirante al trofeo de campeón. Todo esto antes de Navidad. Este estado de forma implicaría que los ‘Sky Blue’ no tendrían competencia ese año pero lo cierto es que, en la segunda mitad de la temporada sufrirían un bajón anímico, lo que los dejaría en esa posición tan comprometida.
El episodio que comenzó a dar forma al milagro sucedió el 30 de abril. En aquella lluviosa noche de lunes se jugó el derbi de la ciudad y, en un partido muy parejo, el City se impuso 1-0 con un gol de cabeza de Vincent Kompany a la salida de un córner. Antes de ese juego la ventaja del United se había reducido de 8 puntos a tan solo 3, debido a que los de Ferguson habían dejado puntos ante el Wigan y el Everton. ¿Qué implicó esta victoria? Pues ambos equipos igualados en puntos, aunque con un par de diferencias claves: Manchester City tenía mejor ‘goal average’ por un amplio margen y mejores resultados en los duelos entre ambos.

Un domingo de locos
Después de que ambos salieran victoriosos en sus respectivos choques de la penúltima fecha, todo se reducía a la jornada final. Llegamos al 13 de mayo, último partido de la temporada y, en simultáneo, la tensión y los ojos del mundo se reposaban en dos lugares: El Stadium of Light en Sunderland y el Etihad Stadium en Manchester.
Las cosas comenzaban complicadas para el City. Al nerviosismo y el cerrojo defensivo que le planteaba el QPR, había que sumarle que el United se ponía en ventaja a los 20 minutos con gol de Wayne Rooney (lo que sería el marcador definitivo en ese encuentro). Tan solo minutos después, los ‘Cityzens’ volverían a ponerse a la cabeza de la clasificación gracias un gol de Pablo Zabaleta sobre el minuto 39. Aún así, no había motivos para festejar todavía. Si el ambiente estaba de por sí tenso, más se pondría con el empate de Djibril Cissé tras un error garrafal de Lescott, minutos después de comenzar la segunda mitad. La gente en las gradas empezaba a sufrir aún más y todavía no vendría lo peor (al menos lo que aparentaba parecer en esa oportunidad). Manchester City continuaba dominando el encuentro y QPR hacía cambios que lo replegaban aún más abajo, sobre todo tras la expulsión de Joey Barton.
Vale la pena recordar que los ‘Rangers’ jugaban un partido a parte (el descenso ante el Bolton) por lo que necesitaban tan solo un empate para asegurar su puesto el próximo año, en caso de que los ‘Trotters’ vencieran al Stoke, lo cual estaban logrando. Normalmente, cuando un equipo juega de esta manera, significa que aprovechará cualquier oportunidad de contra para generar alguna ocasión de gol. Los de Mark Hughes lo aprovecharon bien, ya que en el minuto 66, una escalada por izquierda de Traoré finalizaría en centro que Jamie Mackie conectaría de cabeza para vencer a Joe Hart. Man. City 1-2 QPR, el Etihad se teñía de azul por la tristeza de los fans, quienes veían cómo la posibilidad de un título liguero parecía escapárseles de las manos.
Los cambios de Roberto Mancini en el encuentro resultarían ser efectivos: Edin Dzeko por Gareth Barry y Mario Balotelli por Carlos Tévez. Con esto, el esquema del técnico italiano pasó de un clásico 1-4-4-2 a un 1-4-3-3 centrado con Balotelli, Dzeko y Agüero como referencias de ataque. Los minutos transcurrían y el City seguía asediando al QPR en su propio campo, pero no lograba vulnerarlo. La desazón de los fans se hacía cada vez más visible, más palpable. Manchester United seguía venciendo por la mínima y no estaba sufriendo sobresaltos ante los ‘Black Cats’. Fue entonces cuando el reloj marcó el minuto 90 y el cartel del 4º oficial indicó 5 minutos de añadido en el Etihad.
93:20, Agüero y el resto es historia
En el fútbol hay quienes creen en las cábalas, ya saben, eso de encomendarse a la suerte por algún objeto o hecho que haya probado ser exitoso (quizá por coincidencia, quizá por destino) en el pasado. Mancini tenía una muy particular: retirar a Gareth Barry para dar lugar a Dzeko. Cuenta el volante inglés que cuando notó el cambio, supo de inmediato que el ingreso del bosnio sería determinante. Y así lo fue. Mientras transcurría el minuto 91, un cabezazo del por entonces número 10 pondría tablas en el marcador y de a poco brindaba una luz de esperanza a los simpatizantes que habían copado el Etihad en busca de hacer historia. Hay otro factor que juega un papel importante aquí y es que, antes de que esto ocurriera, QPR ya sabía que mantenía la categoría debido a que Bolton había empatado a 2 con el Stoke y, por ende, certificaba su descenso a Championship. Esto no quiere decir que haya habido alguna mano negra, solo sirve para resaltar que jugaban sin presión y eso implica que «aflojaron» siendo también que el partido llegaba a su fin.
Lo que sucedió posterior al gol de bosnio quedaría en la retina y viva memoria de los seguidores, no solo del City, sino también del fútbol inglés y mundial: un fallido saque de banda en ataque para el QPR originó la jugada que le valdría al City su primera Premier League y su primer título de primera división en 44 años. Joleon Lescott cedería a Nigel de Jong, quien luego de transportar el balón hasta poco más de mitad de cancha encontró a Agüero. El ‘Kun’, cerca de la medialuna del área, le pasó el balón a Balotelli, el italiano pivotó y rápidamente se la entregó al argentino que pasó como una flecha en diagonal, entró al área, evitó caer ante un ‘tackle’ de penal y remató al primer palo para desatar la locura en el lado azul de Manchester.
El relato de Martin Tyler previo al remate de Agüero, la imagen del ‘Kun’ gritando desaforado mientras se quitaba la remera, la carrera de Hart y el abrazo con uno de sus compañeros o el festejo alocado de Mancini son imágenes imposibles de borrar, muy propias de un evento semejante. Pero… ¿Qué pasaba en Sunderland mientras? El United había finalizado su partido minutos antes y ya estaba en ánimo de fiesta, a pesar de que el encuentro de sus rivales no finalizaba aún. Las imágenes de televisión mostraban en simultáneo que el United estaba comenzando sus celebraciones en el campo de juego y cuando oyeron las noticias desde Manchester, la alegría se transformó en desolación.
Manchester City conseguiría el primero de cuatro trofeos de Premier League, ya con una plantilla consolidada (y muy costosa) y pasaría a ocupar, a fuerza de títulos y dinero un lugar de renombre tanto en Inglaterra, como en Europa y en el mundo, con millones de fanáticos surgidos en los últimos años. Nadie podía creerlo, quizá en el fondo (muy en el fondo), Ferguson y compañía sabían ya que los ‘Cityzens’ comenzaban a ser algo más que «vecinos ruidosos».