Los aficionados del Burnley siguen viviendo un momento dulce en el fútbol moderno a base de tradicionalidad. El inglés Sean Dyche se sentó en el banquillo del club en 2012 y, desde entonces, ha colocado a la entidad en la Premier League y sigue dando alegrías a una grada que cada curso está llamada a despedirse del máximo escalafón del fútbol nacional.
Con una población que ronda los 87.000 habitantes, la localidad de Burnley se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los nombres propios más importantes para los aficionados al fútbol inglés. Comandados por Sean Dyche, los ‘Clarets’ ascendieron a la Premier League en la temporada 2014-2015, pero volvieron a Championship pocos meses después para, finalmente, coger impulso y convertirse en uno de los proyectos que más miradas ha conseguido atraer.
El entrenador pelirrojo, acompañado de su 1-4-4-2, se ha empeñado en demostrar que, pese a la globalización y la velocidad con la que evoluciona el mundo del deporte, los estándares clásicos tienen cabida y mucho que decir por el momento. En la mente de todos los veinteañeros, y mayores, sigue existiendo la conexión entre fútbol británico y juego directo. Esta conexión ha ido desapareciendo con la llegada de la globalización y la entrada de extranjeros en los clubes, pero el Burnley se ha empeñado en mantener su esencia. Y es que, con Dyche como el gran culpable, los aficionados que toman asiento en Turf Moor cada dos semanas siguen disfrutando del juego de toda la vida.
El 1-4-4-2 sirve de preaviso en un presente donde este sistema táctico cada vez se ve menos, y más aún cuando los jugadores buscan con tanta asiduidad a los delanteros a base de balones en largo desde la defensa y donde el centro del campo se utiliza más para estorbar al rival y parar sus acciones que para organizar y conservar el balón. Además, el Burnley sigue mostrando una sorprendente capacidad para hacerse fuerte como local y utilizar esta característica para no sufrir su desempeño lejos de casa.

La mano del técnico de Kettering se deja ver en uno de sus centrales: James Tarkowski. El defensor ha sido convocado con la selección inglesa gracias a su desempeño en el sistema de los ‘Clarets’. El jugador de ascendencia polaca es la última frontera para los rivales antes de encarar a un Nick Pope que también se ha alzado como uno de los mejores porteros ingleses del momento, entre otras cosas, por el cerrojo formado entre Tarkowski y Ben Mee.
El primero de estos últimos se ha destapado como uno de los jugadores con mejor pie de la plantilla, destacando por sus grandes desplazamientos en largo en busca de sus delanteros. Arriba, Chris Wood es la gran referencia del Burnley, siempre acompañado de Ashley Barnes o Jay Rodríguez.
El ariete neozelandés ha encontrado su lugar idóneo en Turf Moor, estadio donde tras llegar en 2009 a Inglaterra y sumar diversas cesiones y traspasos ha alcanzado la estabilidad necesaria para mostrar su juego. El kiwi, que destaca por su capacidad para bajar el balón y rematar cualquiera que le llegue a lo largo de los 90 minutos, es el prototipo ideal para lo que desea realizar Sean Dyche en la Premier League.
Su labor queda patente a la hora de ver sus números, y siendo la gran baza ofensiva de un equipo que, pese a ser considerado cada verano como uno de los clubes llamados a ocupar una de las tres últimas plazas, ha llegado a disputar la Europa League en la 2018-2019. Además, la ciudad de Burnley sigue empeñada en seguir disfrutando del sueño de continuar anclada en la élite del fútbol inglés y poder demostrar que lo tradicional sigue teniendo un resquicio en un mundo cada vez más internacional y en constante transformación.