Jamie Vardy: cuando el tiempo y el reloj no marcan la misma hora

La etapa profesional de un deportista suele significar un porcentaje pequeño respecto a lo que se suele vivir por promedio en un lugar como Europa. Unos cuantos años ocupando el puesto que muchos han deseado incluso cuando han pasado la edad de jubilación del futbolista normal y que terminan marcando el resto de lo que te queda por llegar. Pero, cuando llegas al profesionalismo y al máximo escalón con varios años de desventaja respecto a otros competidores, las ansias de comerte el mundo pueden ser incluso más grandes.

Si a esto le sumamos un pasado marcado por una tobillera electrónica en una condena de libertad condicional que condicionaba, además del día a día, sus partidos en categorías inferiores, el animal que desea romper la cuerda y hacer moverse al resto a su antojo sigue alimentándose con cada mirada al balón que le manda el compañero y la portería en la que quiere marcar para demostrar quién manda.

El delantero sigue marcando goles en Premier League. LEICESTER CITY

Jamie Vardy aterrizó en el Leicester con 25 años procedente del Fleetwood Town. Su historia anterior no la vamos a volver a contar aquí, porque ha sido una de esas vidas explicadas desde tantos puntos de vista que el sueño americano se queda pequeño respecto a lo alcanzado por el joven de Sheffield que parecía que se iba a quedar por el camino.

En ese momento en el que el resto ya está echando de menos los tiempos de instituto donde reunirse para echar partidos de fútbol con los amigos era más sencillo debido a las obligaciones o situaciones que van dándose en los años siguientes, Vardy persistió.

Un futbolista que siguió amando la pelota y dándolo todo por ella hasta llegar a conquistar una Premier League histórica para el Leicester City, siendo un pilar fundamental de un equipo que tuvo como goleador a una de esas personas a las que les gusta provocar. Se pudo ver esta temporada en Bramall Lane, estadio de uno de los clubes de su tierra natal, pero que no es el que le gusta a Vardy y, por tanto, se llevó el gesto de descaro y de «aquí mando yo» cuando marcó con la camiseta visitante.

La grada de Bramall Lane conoció de primera mano al delantero. LEICESTER CITY

Descaro que se podía apreciar en sus primeras temporadas en la élite esperando el momento indicado para romper la espalda del defensor y aprovechar su velocidad para encarar la portería rival. Como el que corre por evitar que le alcance el reloj, las manijas te van indicando que se acaba tu tiempo y que tienes que aprovechar al máximo cada segundo para disfrutar de un sueño que llegó tarde y que terminará pronto.

Corto periodo de tiempo que el delantero se empeña en alargar, dejando sin argumentos a los que pensaban que, por cuestiones lógicas de la edad, iba a perder su arranque o velocidad en carrera para volver a estar a merced de un tiempo que nos alcanza a todos. Bueno, a todos de momento no, porque el propio Jamie lo sigue dejando atrás, aunque ahora pueda tener que ceder algo de razón a esas bocas y estar más pendiente de estirar su carrera menos segundos para estirarla mejor.

No en vano es el máximo goleador histórico de los ‘Foxes’ con sus 126 dianas, cifra que volverá a romper tarde o temprano, y que ha engordado con sus 19 goles este curso a pesar de disputarlo a caballo de sus 32 y 33 años. Quizá su renuncia a jugar con los ‘Three Lions’ después del Mundial de Rusia haya ayudado a que siga teniendo más gasolina en sus piernas, pero su mapa de calor muestra que pasa más tiempo en el círculo central a la hora de sacar el balón y alrededor del punto de penalti de la portería rival. Muestra clara de lo que es Vardy, alguien con el gol entre ceja y ceja y que se posiciona de la mejor manera posible para definir al primer toque.

Vardy posa con el título de Premier League. LEICESTER CITY

El asesino de sangre fría que habita en el área o sus inmediaciones y que, con el radar pasando unos metros al lado, consigue ensartar el golpe final con el máximo sigilo posible a pesar de que muchos ojos sigan esperando que sea él el autor material de un gol que pueda salir de otras botas, mas termine pasando en última instancia por las suyas.

La edad no suele perdonar, y los 33 años suelen indicar la bajada del rendimiento de la mayor parte de los futbolistas encargados de marcar goles. Otros compañeros más jóvenes y veloces suelen ocupar sus puestos e ir arrastrando lentamente al banquillo a los veteranos, pero Vardy no quiere dejarse atrapar tan pronto. Para él el tiempo ha significado muchas cosas, horas de estar en casa antes que el resto, de sufrimiento por ver escapar un sueño o de tener que trabajar en otros sectores teniendo al fútbol como el típico amor de verano que se cruza en la vida y no termina de asentarse.

Por eso, el de Sheffield quiere demostrar que está para muchas fiestas, que su media de 0.49 goles por partido va a seguir estando ahí. Porque él quiere seguir siendo el emblema de una ciudad que llamó a las puertas del cielo y no quiere bajar de su pedestal a un chico que llegó tarde tirando la puerta abajo.

Este sitio web utiliza cookies. ¿Acepta nuestra política de cookies? Pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies