Rodri naufragando en aguas bravas

La soledad, como diría Abe Kobo, es un infierno para los que intentan salir de ella; y es también una felicidad para los ermitaños que se esconden. Rodri Hernández está sintiendo esas llamas avivadas del averno a las que hace referencia el dramaturgo japonés desde que pisó las frías tierras mancunianas. El mediocentro español está siendo superado en su aventura por la Premier League, a la que llegó para imponer su criterio con puño de hierro pero que el ritmo vertiginoso le está sacando las costuras.

El apodado como ‘nuevo Busquets’ aterrizó en el Etihad en verano de 2019 para dar el recambio generacional al jugador antagónico del catalán. Pep Guardiola presentó, moldeó y potenció al futbolista del FC Barcelona durante su gloriosa etapa en el Camp Nou. Por perfil y cualidades, se presuponía que Rodri podía llegar a ser lo que fue ese joven mediocentro que acompañó al técnico en sus triunfos. Sin embargo, el bastón de mando en el City lo tenía Fernandinho y no Busquets, dos jugadores que visten trajes de un encaje muy diferente.

Los dos futbolistas españoles se cortan por el patrón de los mediocentros posicionales, con una inteligencia para leer los espacios que les permite saber ocuparlos y adelantarse a los movimientos rivales. Ellos se toman los encuentros como partidas de ajedrez en las que, según mueva las fichas el rival, corrigen y actúan. Pero la vertiginosidad del fútbol inglés hace que ese juego sosegado sea imposible y acabe en un duelo para el que Rodri no está preparado. El mediocentro del Manchester City continúa jugando con las blancas, pero los rivales le dejan en jaque mate cada vez que mueven ficha.

A priori, parecía encajar con Guardiola como un guante. Un futbolista con un suave tacto para el movimiento del esférico, al que dejarle la batuta de director de orquesta para que ordene y de pausa al juego. Con balón se comporta como el metrónomo que va marcando el guion de las notas musicales. Tic-tac, tic-tac. Da un pase, da otro. Tic-tac, tic-tac. Va marcando los tempos del juego de posición de Pep. La electricidad se la pueden dar Kevin De Bruyne, Phil Foden o Bernardo Silva, pero el temple y ese pase más de tranquilidad que de destrucción corre a cargo del español.

Rodri atiende a las instrucciones de Guardiola. PREMIER LEAGUE

Esos son los partidos que domina ex del Villarreal. En una competición sosegada y en la que todos miman los errores, como es la liga española, arrasó porque cada en argumento primaba más la impasibilidad que la métrica violenta. Cuando se juega a bajas revoluciones y él puede correr hacia delante y presionar, es un futbolista superlativo, teniendo ordenado y procesado todo lo que pasaba en el rectángulo de juego. No obstante, Inglaterra es el país donde se conduce por la izquierda. Cuando los equipos tratan de minimizar riesgos y cuidan cada pase, la Premier League convierte cada partido en carreras a tumba abierta que están erosionando al ‘Sky Blue’.

Además, Pep Guardiola en vez de recibirlo y cobijarlo como si fuera su hijo futbolístico, lo ha expuesto y desnudado ante las transiciones que le están condenando. Su estilo y libreto hace que haya muchos metros a la espalda para correr. A pesar de que la función de Rodri sea apretar y empujar hacia adelante, eso solo provoca que, cuando no calcula con precisión de relojero, tenga que echarse una carrera contra plusmarquistas de los 100 metros lisos. Al igual que Daniel Defoe dejó a Robinson Crusoe como un náufrago en su novela, el técnico español está dejando a su jugador en mitad de unas aguas turbulentas a merced de la suerte.

El mediocentro despeja un balón de cabeza. PREMIER LEAGUE

Al igual que el protagonista de la novela tenía a Viernes como compañero, el ‘Citizen’ cuenta con varios acompañantes en su soledad, pero ninguno igual de leal que el nativo americano. El personaje de la historia se convierte en un fiel seguidor del náufrago cuando logra salvarle a punto de ser devorado. A diferencia de lo sucedido en la historia, las parejas de baile de Rodri lo dejan más al descubierto. Ya sea Gundogan, De Bruyne o quien alinee Guardiola, más allá de arroparlo y apoyar sus limitaciones, lo dejan solo en esa isla sin recursos para su supervivencia. Con pelota, que es donde brilla, suelen ser un apoyo pero ninguno es esa tirita de sutura que cierre la herida que le desangra.

El Manchester City lleva un par de temporadas alejado de su mejor rendimiento. Mantener las cifras de 100 y 98 puntos en dos campañas consecutivas era un reto utópico. Pero, más allá de esas puntuaciones escandalosas, el nivel ha decrecido en base a varios problemas. La transición defensiva es, sin duda alguna, una de esas carencias que está mermando el nivel del equipo. No es solo problema del mediocentro hispano, a pesar de que ese bajón coincide con su estancia en el Etihad. Un jugador es él y su contexto. Y en esa paridad, él tiene unas virtudes que el hábitat debe potenciar y unos defectos que se tienen que esconder.

A nadie se le escapa el potencial que atisbaba en Villarreal y Atlético de Madrid. Pero la Premier League es una galaxia diferente. Las cosas pasan a otro ritmo. Y sus defectos son, a vista de todos, tan palpables que se comienza a dudar de su talento. Así que es hora de comenzar a cobijar y abrazar con el entorno al madrileño. Y debe ser cuanto antes porque el fútbol, como la vida, no espera a nadie.

Este sitio web utiliza cookies. ¿Acepta nuestra política de cookies? Pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies