El mundo se ha detenido. Con motivo de esta situación extraordinaria que estamos atravesando todo ha cambiado y, al igual que el fenómeno de la globalización, tarda, pero acaba llegando a todas partes del planeta. Mantener la distancia es lo que más nos acerca y este artículo nace de una disyuntiva similar. Para nosotros, la distancia es el punto de partida de nuestro viaje y, a pesar de ella, mantiene más vivo que nunca este vínculo: la relación de amor hacia el fútbol inglés (con algún club en particular en determinados casos). Estas son nuestras historias. Todas distintas, pero con una relación a distancia como protagonista principal.
«‘Support your local team’ dicen los que no ven con buenos ojos a aficionados que animan a un club de otra ciudad o país o aquellos que no entienden que uno pueda sentirse hincha de más de un equipo. Como si uno tuviera que ser siempre fiel a un escudo sin verse tentado por otros colores. Bien, mi caso puede ser particular y, llámenme ‘chaquetero’, pero simpatizo con muchos equipos (aunque me considere aficionado de tres). Los dos primeros son de mi país, innatos desde la cuna: el que mi familia ha seguido como tradición y el de mi tierra. El tercero tiene que ver con algo mucho más racional, pues ya no era un niño cuando lo elegí.
En una época en la que el fútbol internacional se puso de moda y el FIFA te permitía conocer escudos, camisetas y jugadores de diversas ligas, encontré en el Everton un motivo por el que seguir la Premier. Esta ya era (de largo) la competición más atractiva de todas, pero aquellos muchachos de David Moyes liderados por Cahill, Arteta y Fellaini despertaron en mí algo que no había conseguido ningún otro equipo de fuera de España.
Desde entonces han pasado cerca de 10 años, he visto ir y venir entrenadores y a verdaderos iconos marcharse. Pero si algo me ha regalado este club fue la experiencia de poder vivir un partido en Goodison Park antes de que este templo cierre sus puertas para siempre. Rodearte de su gente, cantar sus canciones y sentir la verdadera esencia del fútbol inglés es algo que te marca. Porque si algo me traje de aquel viaje fueron las ganas de seguir animando aún más a los ‘Toffees’ desde la distancia, contando los días para poder coger otro avión a Liverpool»
Bernardo Mayayo
«Era el fútbol de las tardes en el pueblo. Era la época de no ser ni adolescente, pero de llegar a casa y poner la televisión ya que RTVE daba algún encuentro en abierto. No recuerdo exactamente qué partido fue el primero ni algunos de los siguientes, pero sí las camisetas y los escudos que, cada cierto tiempo, eran emitidos: Derby County, Blackburn Rovers, Aston Villa, Everton o Manchester United. Roque Santa Cruz, Rooney o Arteta. Tres jugadores totalmente diferentes pero de los que más me acuerdo de aquel momento. Partidos de ida y vuelta, cargados de goles. Más de lo normal. Partidos de fútbol que me entretenían las tardes de visita familiar y que me hicieron conocer un fútbol distinto al español. Un fútbol que me enganchó para siempre, en una casa del pueblo en la que lo primero que hacía era encender el televisor y buscar el canal que daba unos partidos de un país que terminó siendo de mis predilectos en el tema futbolístico»
Manel Hernández
«De pequeño, uno de mis primeros ídolos futbolísticos era un joven portugués del Manchester United: Cristiano Ronaldo Dos Santos Aveiro. Regate, velocidad, goles… El jugador ideal al que quería aspirar; fin de semana a fin de semana madrugaba cuando vivía en mi tierra, Colombia, solo para verlo. Lo que sentía por ese jugador era indescriptible, en el FIFA me cogía el United por él, jugaba con Portugal por él, todo era por Ronaldo… Hasta que un día tocaba derbi del norte: Manchester United-Liverpool.
Mi ídolo marcaba temprano en ese encuentro, de penal. Parecía una victoria ‘Red Devil’, pero todo empezó a torcerse… Torres empató, Gerrard lo dio vuelta, Aurelio liquidaba y Dossena terminaba una goleada histórica en Old Trafford, 1-4 para el Liverpool. Me quedé con la boca abierta, una exhibición de aquellos que ese día vistieron de gris que me hicieron darme cuenta de que mi lugar en el mundo era como hincha del Mighty Liverpool. Minuto 92 escuchando a todo volumen ‘Poetry in Motion’ ganando el clásico inglés. Ahí, me tatué el You´ll Never Walk Alone para siempre»
Rafael Oviedo
«Más o menos desde el año 2006, los sábados y domingos para mí se volvieron mágicos gracias al fútbol inglés. Un fútbol totalmente diferente al que estaba acostumbrado a ver acá en Colombia, con jugadores y entrenadores top. Con las narraciones del Bambino Pons (un relator cuyo toque distintivo era entonar canciones clásicas de la cultura británica con el nombre de las estrellas de la competencia) me fui enganchando semana tras semana a esta liga que enamora a todo el planeta por su competitividad y su tradición. De entre todos esos equipos que la disputaban, hubo uno en particular que siempre me llamó la atención por su estilo de juego y algunos jugadores que me marcaron: El Manchester United.
Ese equipo al que todos temían enfrentar, el que se hacía casi invencible en su casa, ese que ganaría tres títulos consecutivos y despertaría la admiración de todos, ese equipo (y su gran camiseta, su escudo y sus colores) fue el que me atrapó y me convenció de que ahí debía poner mi sentimiento y mi pasión.
Los fines de semana eran (y aún lo son) un escape a otro mundo en todos los sentidos, conectarte con la hinchada a través de la TV y sentir esa pasión tan característica de los ingleses.
La Premier League también me ha dado un plus para conocer un poco más la cultura inglesa y algunos otros agregados, y ahora en Box to box, me da la oportunidad de conocer gente fantástica con la que siempre es interesante debatir, opinar y divertirse con algo que nos une y nos apasiona tanto a todos los que formamos parte de esto. Una y mil veces más, gracias, bendita Premier League»
Joshua Calvo
«Para un niño debe ser demasiado aburrido madrugar todos los días, pero en mi caso era lo contrario. No importaba el motivo, ir a la escuela, visitar la casa de la abuela o solo acompañar a mamá a donde ella fuese era suficiente para que mi hermana y yo estuviésemos contentos. Pero siempre esperaba con muchas ansias al sábado en particular, ya que ese día, mientras mamá dictaba clases yo me quedaba sentado durante horas frente a un televisor viendo la Premier.
Con el paso del tiempo encontré una afinidad especial con el Liverpool. Tal vez por la euforia de los cantos de los hinchas, o por su vestimenta de color rojo, muy similar a la del equipo de mi ciudad. Lo cierto es que en ese instante, encontré mi equipo. Ese equipo de color rojo que saltaba al verde de Anfield a jugar cada partido como si fuese una final, siempre impulsados por su capitán, Steven Gerrard.
No fue hasta el 2003 que entendí la rivalidad que existía entre Liverpool y por aquel entonces el sensacional Manchester United. Aquel partido estuvo repleto de estrellas por ambos bandos que adornaban la final de la copa de la liga. Poco después de la entrega de premios entendí por palabras de un comentarista que el fútbol inglés significaba más que 22 jugadores y un balón, entendí que estos clubes representaban clases sociales, a personas que lo único que les hace felices y olvidar las penas es ver jugar a su equipo cada fin de semana.
El fútbol tiene razones que la mente muchas veces no entiende. Genera emociones diversas, te hacer reír y llorar y aunque no siempre se gane, siempre tendrás una nueva oportunidad de alcanzar la gloria o la revancha. Esa es una enseñanza que tomé para mi vida: No importa cuántas veces caigas, siempre será tu obligación levantarte y volverlo a intentar»
Andrés Aguilar
«Cuando era muy pequeño, el fútbol no ocupaba ni una millonésima parte de lo que ocupa ahora en mi vida. Es cierto, en Argentina los vínculos con el fútbol están ahí básicamente desde que nacemos, pero, a pesar de tener una muy pequeña dimensión al respecto, no formaba parte íntegra de mi. Al cumplir 10 años comencé a jugar con mis vecinos, a interesarme por los partidos y a seguir a mi Boca Juniors querido. Un día todo cambió. Como muchos, el FIFA fue mi primer contacto con el fútbol internacional. Recuerdo que en la versión 2003 una de las modalidades consistía en una liguilla entre los mejores equipos del mundo por aquel entonces. En tanto que escogía mi primer equipo, me bastaron unos pocos clics para descubrir a lo que, hasta el día en que me muera, será mi más grande amor: el Arsenal FC.
No conocía absolutamente nada del equipo y no sé que fue aquello que me enamoró y no me hizo dudar ni un segundo en tomarlo como propio. Quizá haya sido su escudo: el cañon dorado en el medio, una forma atractiva y con clase o su mezcla de colores tradicionales. Simplemente no lo sé. Lo cierto es que a partir de esa elección comenzaron a asociarse ciertos nombres: Dennis Bergkamp, Robert Pirès, Freddie Ljungberg; pero uno destacaba sobre el resto y no es coincidencia que sea mi más grande ídolo futbolístico: Thierry Henry.
Esa fue la puerta de entrada a un mundo nuevo y mi vida ya no sería la misma. Con el correr de los meses conocería a otra cara clave en mi enamoramiento por el club: Arsène Wenger, el profesor. Esto me permitió aprender la filosofía del club con el correr de los años y confirmar que no era algo pasajero, era algo que duraría para siempre. El libro ‘Fever Pitch’ de Nick Hornby (reconocido fan del club) ilustra algo (a grandes rasgos) que me marcó mucho en su momento: uno elige a su club por la idiosincrasia del mismo, es algo que ya tenemos adquirida desde antes. Es una exteriorización de nosotros mismos.
Fue amor a primera vista. Llegué a ver por primera vez un partido post era de los Invencibles y he visto al club en sus momentos más oscuros (finales perdidas, goleadas estrepitosas, jugadores que se han marchado luego de jurar lealtad eterna y jugadores que pudieron haber sido más si no fuera por las lesiones). De todo eso hay algo que nunca cambió, y era mi amor por el club. Las épocas de gloria volverán, de eso estoy seguro.
Por inercia, mi amor por el Arsenal motivó mi pasión por la Premier League. Los sábados a la mañana eran algo distinto y que anhelaba durante toda la semana: las presentaciones, los jugadores, los grandes partidos. Pasó de ser algo de puro divertimento en mi niñez tardía, a una obsesión que creció durante mi adolescencia hasta hoy: datos, resultados, noticias, todo el tiempo consumiendo y disfrutando de la competición. Podría pasarme la vida viendo partidos de la Premier. Es por eso que estoy aquí contando esta historia al igual que mis compañeros»
Maximiliano Argüello
Hasta aquí, pedacitos de una historia que tanto individual como colectivamente sigue creciendo y que perdurará por los años venideros. Box to box es esto: Somos historias, somos anécdotas. Y esta historia en particular es la que nos da nacimiento y nos permitirá seguir escribiendo al respecto, expresando sobre todo una cosa: El amor a la distancia, la cual es más corta en nuestros corazones y mentes que en lo que en un mapa pueda ser.
Quédate en casa.